Estamos establecidos en ciertos lugares por un pasado nómada y sedentario.
La historia nómada es un relato que se mueve por el afán de descubrimiento. Es inevitable que el hombre no vaya y venga de diferentes lugares sin que esto le traiga experiencias nuevas que incluso llegan a cambiar su forma de ser. Son adaptaciones que hacemos como los animales a distintas circunstancias a partir de un afán de descubrir pero también con el afán de sobrevivir y de obtener ciertas necesidades vitales.
Así como el menhir, hoy pienso que los nuestros, a parte de ser construcciones arquitectónicas son todas las señales de tránsito que están a nuestro alrededor y como ellas lo dicen; indican, señalan, marcan los espacios.
La historia nómada es un relato que se mueve por el afán de descubrimiento. Es inevitable que el hombre no vaya y venga de diferentes lugares sin que esto le traiga experiencias nuevas que incluso llegan a cambiar su forma de ser. Son adaptaciones que hacemos como los animales a distintas circunstancias a partir de un afán de descubrir pero también con el afán de sobrevivir y de obtener ciertas necesidades vitales.
Así como el menhir, hoy pienso que los nuestros, a parte de ser construcciones arquitectónicas son todas las señales de tránsito que están a nuestro alrededor y como ellas lo dicen; indican, señalan, marcan los espacios.
Identifican los lugares recorridos y los que todavía están por recorrer.
“Alto”, “Peligro”, “No hay paso” son señalamientos que nos hacen conocer el territorio; que nos van llevando o guiando en nuestros trayectos. Muchas veces colocadas para evitar que nos perdamos o para salvarse de cualquier peligro. Peligros que están latentes en cualquier ciudad que se quiera conocer. Son objetos situados con un lenguaje, a diferencia del menhir, universal, descifrable, aunque recurrentemente los ignoremos. Ellas forman parte de las estructuras de la ciudad en postes, anuncios que forman una cadena, como si se tratara de uno de los tantos lenguajes que surgen en una ciudad, así como lo fue en su origen el menhir.
“Alto”, “Peligro”, “No hay paso” son señalamientos que nos hacen conocer el territorio; que nos van llevando o guiando en nuestros trayectos. Muchas veces colocadas para evitar que nos perdamos o para salvarse de cualquier peligro. Peligros que están latentes en cualquier ciudad que se quiera conocer. Son objetos situados con un lenguaje, a diferencia del menhir, universal, descifrable, aunque recurrentemente los ignoremos. Ellas forman parte de las estructuras de la ciudad en postes, anuncios que forman una cadena, como si se tratara de uno de los tantos lenguajes que surgen en una ciudad, así como lo fue en su origen el menhir.
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